jueves, 6 de junio de 2013

Es mi muuuuuusicaaa


En la clase pasada la profesora nos solicitó traer un instrumento musical, o algo que hiciese ruido. Yo como no viajé el fin de semana me fue imposible traer un instrumento de verdad, así que improvisé y traje el rallador de mi cocina, sin que mi hermana se diera cuenta.

Al llegar a la clase vi muchos instrumentos distintos y muy variados, algunos eran de viento, otros de cuerda y otros de percusión.


Luego la profesora Erna nos ordenó poner nuestros instrumentos en el centro de la sala, y sumados a otros instrumentos que ella tenía guardados (por si alguien no había traído) finalmente quedaron miles.

Lo primero que hicimos fue tocar, solo tocar, después nos iba mostrando unas diapositivas con diferentes colores y debíamos tocar expresando el sentimiento que nos producía ese color, por ejemplo el rojo rabia, por lo que tocábamos fuertemente haciendo el mayor ruido posible, luego blanco y como eso generalmente produce paz tocábamos de manera más suave y mucho más despacio, y así también con otros colores como el amarillo, negro, azul y verde.

Después realizamos otra actividad con los instrumentos que consistía en que un compañero comenzara una melodía con cierto ritmo el cual teníamos que seguir todos, y de un momento a otro aumentaba el ritmo y lo disminuía poniéndole más dificultad.

Luego seleccionó a grupos para elegir en orden de preferencia, yo elegí una guitarra. Después hizo que nos ordenáramos de acuerdo al tipo de instrumento, por ejemplo las cuerdas con las cuerdas, vientos con vientos, etc. , tocamos un rato nuestros instrumentos emitiendo “bella” música y luego hizo que compusiéramos algo, quizá no como profesionales, pero que sonara armonioso.

Con mis compañeros del grupo de las cuerdas nos dirigimos fuera de la sala, en el grupo habían tres compañeros que sabían tocar guitarra, una que tocaba el violín (Raquel), y otra que tocaba algo que no sé cómo se llama. Finalmente nos decidimos a tocar integrándonos de a uno, y dio un resultado bastante armonioso, después de practicar un tiempo la miss nos llamó adentro para tocar todos, ya que cada grupo debía crear una sinfonía.

Los primeros fuimos nosotros, y la verdad es que nos salió bastante bien, mejor de lo que esperábamos e incluso recibimos aplausos por parte del “público”. Los otros grupos estuvieron muy bien también, fue realmente un agrado escuchar la música.

Casi al finalizar la clase la Miss nos preguntó que habíamos sentido en esta actividad, algunos dijeron relajación, armonía, dejarse llevar, entre muchos más. Para mí fue simplemente liberación, como cuando llega ese día viernes después de una semana de pruebas, como tirarse a una piscina después de un tortuoso día de calor, o simplemente cuando dices una verdad que nadie quiere escuchar pero es necesaria de oír. Es esa liberación, esa. Siento que cada uno debería hacer por lo menos una actividad de liberación a la semana, cada santiaguino es realidad, según mi teoría el stress disminuiría notoriamente en nuestra sociedad y aumentaría el bienestar.

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